Así mismo.
Cuenta la leyenda, que hace un tiempo Super Pollo introdujo, para sus trozados congelados, un envase resellable que, una vez abierto, se podía volver a cerrar como si fuera una bolsa Ziploc. El caso es que, con mi experiencia personal confirmándolo, el cierre funcionaba tan mal y costaba tanto abrirlo la primera vez que, resignado al peor de los escenarios, simplemente le metía tijera y ya. Y si no se podía cerrar, ya fue, al fin y al cabo lo voy a volver a necesitar en dos días más y dos días no son el fin del mundo.
Nadie advirtió antes de lanzar el envase de que el cierre plástico iba a ser más duro con el envase recién sacado del freezer. Nadie lo vio venir.
El envase fracasó y ya. El punto es que en Super Pollo tal vez a estas alturas lo tienen tan asumido que, derechamente, ya no le ponen el cierre fácil. Sin embargo, les quedan todavía bolsas mencionándolo. Úsenlas no más, que se acaben y cuando mandemos a hacer más, le sacamos el texto. No vamos a botar las bolsas que todavía sirven. Conciencia ecológica.
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