El escándalo por el mal servicio de Enel me deja bien. Con el debido respeto al casi el centenar mil de clientes que hicieron estallar el tema a varios días de iniciar y a la no menos importante cantidad de clientes, de Enel y de otras compañías distribuidoras, que hasta hoy aún no tienen servicio. Me deja bien, o no sé. Al menos ya no me siento el abuelo Simpson gritándole a la nube. Pero al fin es verdad validada lo mal que funciona el monopolio de la distribución cuando hay que resolver un problema.
Quedaron bien atrás esas imágenes que mostraba la publicidad con las cuadrillas de Chilectra moviéndose a pie para restaurar el servicio en medio de un partido de fútbol de interés masivo. Estos últimos años, todo fue subcontratación. Todo fue deshacerse de personal de planta que conocía sus redes y poner gente que, con todo respeto, no daba una. Y, en la comunicación con los clientes, poner bots tontos que no solucionan nada y copypastear respuestas que no dicen la verdad ni tampoco sirven para nada. No creo que con un párrafo ni dos sea capaz de explicar de forma suficiente la frustración de ver, invierno tras invierno, cómo la inoperancia de esta compañía era incapaz de solucionar, en mi caso particular, el problema de suministro en un barrio donde todos los inviernos era corte o bajo voltaje, con el riesgo que implica, y que el "arreglo" durara al menos hasta el otro día. Era "todos los años lo mismo".
Seis añazos tardó la solución definitiva.
Ahora, con la catástrofe por el mal tiempo, cientos de postes terminaron en el suelo y las sistemáticas prácticas de Enel para ahorrarse unas lucas finalmente les pasaron la cuenta. Estatizar, dicen algunos. Nop. Estatal o privado, seguirá siendo un monopolio, con todo lo malo que implica, y con el incentivo perverso de no mejorar, de mantener todo como está, de la clientela cautiva que no huirá a una opción mejor porque no la hay. Lo que hay que hacer es un rayado de cancha y, lo que no se había hecho hace mucho y que se hizo ahora, vigilar que se cumpla. Pero esta vez uno bueno, un rayado de cancha a las compañías de distribución eléctrica en donde, por fin, sea más caro pagar la multa.
Últimamente, el gobierno le ha dado a Enel una serie de ultimátums. Primero, se supone que un ultimátum es único. Y segundo, de verdad, ¿queremos seguir con Enel?
Cual Kikiri-boo en Animaniacs, al fin todo mundo se dio cuenta de que era un pollo.