jueves, 2 de enero de 2025

Publicado en enero 02, 2025 por admin con 0 comentarios

Como hace tres décadas.


Dieron las doce, los abrazos, los brindis y no había pasado un minuto de eso cuando se empezaron a escuchar los primeros cuetes. Fue un Año Nuevo como no lo veía hace treinta años. 

Varios grupos familiares salieron a lanzar los -aún no prohibidos por aquí- fuegos artificiales en la misma esquina de casa. Y la situación no es distinta a la de otros países. Sin ir más lejos, a la del nuestro. Aquí también hay criticismo por los fuegos por los motivos que todos conocemos (animales, personas con TEA, etc.). También hay accidentes (este año hubo 5 muertos en todo el país). Pero es como si fuera un universo paralelo o, en realidad, un país paralelo en el que, pese a la crítica, los fuegos artificiales nunca fueron prohibidos y todo siguió igual que siempre, y en donde Don Prohibitón y compañía no actuaron, no subestimaron la inteligencia de la gente y se les mantuvo la responsabilidad del festival de cuetes. Aunque, sincerando, actualmente tirar fuegos aquí es una actividad que sólo es legal la noche de Año Nuevo. 

Al menos hay algo que todavía es de la gente y no pasó como en todo lugar donde Don Prohibitón decide meter mano. Porque todo a lo que Don Prohibitón le mete mano, sin tener la fuerza necesaria para imponer su decisión prohibitona, termina en manos de ya sabemos quienes. En Chile, por los accidentes con menores de edad involucrados, luego de años de campañas varias, lograron que los fuegos fueran prohibidos legalmente, pero esto sólo hizo que al final se convirtieran en otro "patrimonio" más del crimen organizado, sin eliminar, excepto los accidentes, las externalidades de siempre. Las mascotas, los TEA y las personas con sensibilidad se la tuvieron que seguir bancando. Aunque, de todas formas, es complicado. Es como si el rechazo a estas cosas por parte de algunas personas, con motivos totalmente válidos, no fuera suficiente para hacer algo aquí. 

Podría pensarse en el ya omnipresente tema del respeto a la cultura local que, también, no deja de ser válido. Pero, hasta ahora, funcionan así. Y yo retrocedí treinta años y, a doce mil kilómetros de casa, viví un Año Nuevo como los teníamos en los noventas. Aquí siguen funcionando en una realidad distinta a la nuestra, pero que, para ellos, es la misma de siempre. Una en donde, al parecer, el tema de los fuegos en Año Nuevo... nunca fue tema. 

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