viernes, 29 de noviembre de 2024

Publicado en noviembre 29, 2024 por admin con 0 comentarios

En serio, ¿tanto les molesta la guagua?

Estaba mirando un directo de un tipo que hizo una reacción a un juego ambientado en los días posteriores al 11 de septiembre de 1973, pero que se hizo medio polémico por ser objetivamente deficiente en algunos aspectos. Aunque sus creadores, obviamente, politizaron hasta eso, porque siempre cuando algo no gusta es porque no piensan como yo y porque todo lo que yo pienso es correcto y todo lo que tú piensas es una burrada. ¿Que le falta mejorar algunas cosas propias de la producción o la mecánica del juego? Nah, cómo se te ocurre. 

Pero lo que iba a hacer notar no tiene nada que ver con eso. Da igual. Que cada uno piense como quiera. Es que, mientras jugaban en una de las escenas que, se supone, es de los militares luego del "11" capturando pobladores que ofrecían resistencia, aparecían reiteradamente sonidos de llanto y gritos de guaguas (bebés, para la señal internacional). Y en el chat no paraban de salir quejas por lo aparentemente innecesario de tanto llanto de guagua. En serio, no te puede afectar tanto eso. No te puede afectar tanto un llanto de guagua que, encima, es una grabación de un juego que están jugando en un stream que, si te molesta, está en tus completas manos hacer algo al respecto y lo puedes dejar de ver. Cómo tan sensible. 

En serio. Ojalá nunca sean padres ni tengan familia. Porque de ocurrir, ni siquiera van a ser sólo unos padres deficientes, sino que lo van a pasar realmente mal. 

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viernes, 8 de noviembre de 2024

Publicado en noviembre 08, 2024 por admin con 0 comentarios

¿Teletones las de antes?


Otro fin de año que se acerca, y otra Teletón... que ya llegó. 

Y ahora, como el adulto que, alguna vez, fue un cabro chico tevito más o menos asumido, y mirando hacia atrás, recordar teletones es traer de nuevo a la mesa una ensalada de cosas bacanes pero también de cosas bien charchas. Como esas primeras teletones ochenteras y la misión, casi siempre miserablemente fallida, de pasar de largo al frente de la tele. Ya a esa edad, era el cabro chico que se veía todas las teletones porque era casi el evento del año y porque, aunque a los zetitas les cueste dimensionarlo, era el compendio anual de toda la tele. Casi todo programa que le iba bien y todos los rostros que la rompían en la tele durante el año, iban a estar en ese gran show, único en el año, durante ese fin de semana. Aunque, como cabro chico... sí, igual entendía el motivo de todo. Había que juntar plata, mucha plata, para ir en ayuda de niños y jóvenes que no tenían de otra, y ese show maratónico de la tele lo lograba como nadie. Pero esa misión autoimpuesta de ser capaz de controlarlo todo (y de autocontrolarnos en todo) no se conseguía. Ese querer ver toda la Teletón, como todos los años, pero quedarme dormido a la 1 de la mañana, sí, como todos los años. 

La primera Teletón que cerró en el estadio, en 1995, me dejó emocionalmente mal. Y obviamente que me odié por no ser capaz de hacer nada. Lógicamente que después, más viejo, uno se da cuenta que gastarse tanto en autocontrolarse las emociones es misión perdida desde que se intenta. No controlaba mi sueño cuando era chico e iba a ser capaz de controlar esto... La Teletón del 95 fue el punto de inflexión. De ese show anual que era bacán ver y no perderse nada (porque no había dónde verlo después), a una campaña cuestionada, a una edad en que, ya cualquier opinión que alguien lance por ahí, le empezamos a dar vuelta y a tratar de encontrar sentido. 

Obviamente, después vinieron otras cosas, esa parte de la ensalada que trae puras cosas charchas. Esas teletones que en sus últimas horas siempre eran lo mismo, que se creía que no se iba a llegar a la meta, pero después con esa avalancha de donaciones a última hora y que siempre terminaba igual, superando la meta por varios millones. A ese cabro estudiante de media que se empezaba a cuestionar todo, siempre le despertó la cizaña de que era una maquinaria que, de no terminar de comprenderla, le daba rabia y le despertaba rechazo. 

Después vino esa campaña, que ya casi no recuerdo qué año fue, en que se daba a entender que quedar minusválido le podría pasar a cualquiera... y que no era menos. A nadie le gustaría que le deseen o le den a entender que se podría quedar sin una pata. Más o menos por ese tiempo, además, salió lo de esa cabra universitaria que tuvo un accidente y que, durante una noche de cierre, apareció en el show del estadio para motivar a la gente por la tele. Y sí, ésa era la prueba viviente de que le podría haber pasado a cualquiera... y que me pudo haber pasado a mí. Un amigo de ese tiempo, a días de esa campaña, me tiró un dato que no sabía: ella había estado en nuestra misma comunidad en unos trabajos de invierno. Las circunstancias eran las mismas, unos trabajos universitarios, y lo que me separó de ella simplemente fue otro bus y otra temporada. Esto le puede pasar a cualquiera. Y tenían razón. 

Ya con mi predisposición absolutamente arruinada, en parte por mí mismo, notaba que había comenzado a hacerse presente el cambio generacional. Las nuevas teletones ya no me tiraban tanto. De verdad que ya había muerto la flor, y para siempre. Ya sea porque estaba grande y había cosas más divertidas, o porque ya me empezaba a hacer sentido con más fuerza todo el criticismo hacia la campaña (de más conocido y que no le voy a hacer doble click), nunca más fue igual. 

Otra cosa ingrata fue lo que me pasó cuando entré a trabajar. Mi ex-trabajo auspiciaba una sección completa de la Teletón. Pero cuando me levanté a preguntar cómo había sido y si había video (como solía ser después de algún evento) me dijeron que no vieron la Teletón y que no tenían idea. Usaron la Teletón como mera arma promocional. Ahí se me despejó bastante la culpa. 

El clavo final del cajón fue el cambio de mentalidad. Un poco influido por las críticas que se le hacían a la Teletón de vivir de la lástima y usar la desgracia para pedir plata, ya hace un tiempo se había decidido echar a la basura la mística original que, en términos prácticos, había significado reemplazar los himnos emotivos por una optimista base rítmica media trendy y con un par de artistas actuales cantando encima. Ya hace rato se había acabado la era "We Are The World", en que se juntaban todos los cantantes y figuras nacionales en un gran y emotivo coro, reemplazándola por una pista con hartos sintes y harto plástico pero sin alma. Al final uno lo entiende. Ahora, más que cumplir con una meta de plata la noche del sábado, se persigue "venderle" la campaña a la nueva generación, más encima una generación que ve mucha menos tele, para que se haga cargo de organizarla y, obvio, de apoyarla. A los nuevos no se les puede vender una Teletón con un himno llorón. No, poh. No están ni ahí con eso. De ahí viene un poco ese "trauma" de la Teletón por mantenerse relevante y usar los códigos de la nueva generación, incluyendo su "música urbana" y su eterno tumpa-tumpa, para seguir arriba. Porque ahora está lleno de otras cosas que ver a esta hora, y no sólo en la tele. Los más viejos, y suena súper duro, vamos de salida. 

Por todo eso siento tanto desapego y tengo tan poca conexión con el estado de la Teletón en la actualidad. ¿Es relevante todavía? ¿Vive los descuentos de un largo partido de fútbol que empezó el 78? No sé. Al final, la campaña final de las 27 horas de cada Teletón es como un mal necesario. Porque le podrán cuestionar todo, pero nada es capaz de juntar plata como la Teletón. Y sácate el cliché de "unir a todo un país", porque hace rato que ya no. La Teletón es campeona para juntar plata. Y dejémoslo así. 

Yo paso de las 27 horas. Claro, después de depositar. Pero igual me voy a asomar si sale un humorista chistoso. Porque, obvio, es la tele. 


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Megapopulismo

Un noticiero decente, primero, conversaría con este tipo, trataría de averiguar por qué está llamando, qué quiere decir, cuáles son sus intenciones, y luego de saber todo eso, conversaría con él y le haría entender, con buenas palabras, que no le interesa dar tribuna a su forma de pensar, y que gracias y que le vaya bonito. Un noticiero populista, en cambio... hace esto. 

Esta confrontación visceral en vivo no le hace bien a la tele. No le hace bien al clima social, y no le hace bien al país. Pero junta visitas como loca. 

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sábado, 26 de octubre de 2024

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Elecciones y el cuco del calor.


La tele se desmadra metiendo el cuco en el GC con el peak de calor, con que las mesas cierran luego... y al final como que sacando eso, no es mala hora. Hasta los periodistas en terreno se dan cuenta que en algunos lugares la concurrencia es súper escasa. En efecto, fui y las mesas... es que no sólo estaban bajo techo (así que el calor... meh), sino que además estaban vacías y no esperé nada. Nada. Cero fila. 

Fuera de eso, las mismas burradas de siempre. Gente que se le complica votar porque le pusieron su mesa en el segundo piso (¡pero cómo!), no hay ascensores y le cuesta subir escaleras. Y papeletas marcadas. Es que no, los apoderados no se pueden meter a siquiera tocar los votos. Ahí, condorazo de la presi de mesa. Seguramente, con la urgencia de ayudar a predoblar votos y el apoderado haciéndose el buenito queriendo ayudar y ¡paf! Cuatro votos marcados. 

No sé cuál es la utilidad de marcar votos. Aún con esas papeletas gigantes, la gente tarda en darse cuenta cuando ya hay una preferencia marcada, y una doble preferencia anula el voto. Y si la papeleta es de las chicas, salta a la vista cuando a la tuya ya le metieron el dedo. Nadie gana con eso. No sean pelotas. 

Y lo otro, mucho vocal de mesa primerizo. Parece que, por fin, se pusieron a trabajar e hicieron lo que debieron haber hecho siempre: sortear los vocales y no tener vocales calzados copy-paste que se repiten elección a elección. 

Es que, de verdá, basta. 


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domingo, 20 de octubre de 2024

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Si poh, con una IA.


Gen Zs siendo Gen Zs.

Ñuñoa siendo Ñuñoa.

La tele siendo tele.

Pero banco al "Alumno 2", el único cuerdo en todo esto.

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martes, 15 de octubre de 2024

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Mi tema con los muertos famosos, ahora.



Digamos que ayer murió otro "famoso" de la tele. Esta vez le tocó a Antonio Skármeta, renombrado escritor e intelectual chileno, pero que "la masa" conoce más por haber tenido un programa que fue ícono de la tele noventosa, "El Show de los Libros". Y no, aunque vi que se hizo masiva la noticia a través de las redes sociales, en el Canal no dije nada. Y no fue primera vez. Ya antes, hubo algunos personajes que pasaron al otro plano de los que tampoco dije nada, por estar "quemados" política o valóricamente. Pero ya más actualmente, he preferido casi siempre el no hacer nada. Omitir. 

Y la razón de eso, lejos de significar una desconexión o un desprecio, va más por el tema mismo de la muerte. Personalmente, me llegó un punto de la vida adulta en que ya estaba dedicando demasiado tiempo a pensar en la muerte. Y tener que, para "quedar bien", recordar con algo en el Canal cada vez que se muere un famoso o una figura de la "cultura pop", sin necesariamente haber tenido un nexo más personal con éstos, o al menos saber quiénes son o reconocerlos en una foto, no me aportaba. Incluso, a ratos lo llegué a considerar un tanto hipócrita. Lo fácil hubiera sido recordar a Skármeta con el video de "El Show de los Libros" en el que leyó la "Oda al Gato" de Neruda, al igual que medio Instagram, pero no. Y es que, sincérate porfa, probablemente tú tampoco veías ese programa en la tele en su época. 

Hacia el año pasado, o más atrás, lo común era, cada vez que se moría alguien que había sido famoso, invocar en el Canal la sección que ya se había hecho un clásico, "¡Se están muriendo todoooooos!" y escribir una breve reseña. Pero hubo unos pocos, contaditos, que no entendieron la idea. Complicarlo todo era idiota, pero lo hicieron. Creyeron que poco menos me estaba riendo y que había que ser más serio. Lo mío iba más allá: se trataba de notar que el mundo en el que crecimos ya no existía y que, cada vez que moría una figura que había formado parte de éste, ese hecho era un recordatorio cruel y bruto de ello. Ese mundo había desaparecido y nunca volvería. En otras palabras, se trataba de una manera un tanto resignada y exagerada (sobre todo exagerada) de decir o hacer notar que todas las figuras, artistas, etc., que acompañaron nuestra generación nos están dejando, poniendo en evidencia que ya “estamos viejos”. Y tratas de buscarle la vuelta, relajándolo y sacándole lo pedantemente serio. Pero tontos graves hay en todos lados. 

Adiós, vaquero. Si te puedo ser sincero, no te veía en la tele. Prefería ver otra cosa. Pero te gustan los gatos, así que sólo por eso ya me caíste bien. 


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lunes, 26 de agosto de 2024

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Le gustan los dinosaurios.


Anoche me pegué en un stream donde había un invitado que se puso a revisar catálogos de tienda. Sí, hay tiempo para eso. El tipo es un cachurero, pero en el buen sentido de la palabra. Colecciona, entre otras cosas, tazos, álbumes (incluso los más actuales y hasta las parodias de álbumes como el del Cesarito) y catálogos de tiendas. Y me quedé pegado porque, cuando estudiaba en el centro, el paseo típico (cuando salíamos temprano o el profe se enfermaba) era ir a pasear al Paseo Ahumada o a San Diego. Y eso incluía entrar a las tiendas a lo que soberanamente es mirar y no comprar nada (básicamente porque, de presupuesto de escolar, no se espera mucho) pero sí a sacar catálogos. Esos catálogos que tenían mil cosas para soñar y yo sin un peso para comprar. Catálogo noventoso que editara La Polar, Falabella, Ripley y hasta Michaely, yo lo tenía. Y en eso se van a los juguetes. Y, aunque ya estaba bien viejo para querer juguetes, me recordó uno de los pocos juguetes que he comprado alguna vez con mi plata en decadas. Una figura de Rex, el dinosaurio de Toy Story. 

La razón de la compra era que tenía que llegar con regalos a una Navidad a la que me había invitado un colega del trabajo que sabía que, por cachipún, tikitipum o fuá motivo, ese año mi Navidad la iba a pasar solo. Y lo que me habían contado del peque de la familia era que le gustaban los dinosaurios. Lo que no me habían dicho, o que no me lo dejaron claro, era que le gustaban en serio los dinosaurios. O sea, el cabro chico tenía libros de dinosaurios y les sabía los nombres, donde fueron descubiertos, sus características, la era en la que vivieron... todo. Ya, la vendí no más, pensé. 

Me hubiera dejado al Rex pa' mí. Es que no podís no amarlo. Te puede caer como patá en la guata Disney, podís rechazar la onda woke y la falta de alma de sus live action, te puede desilusionar alguna época de Pixar, pero no puedes no amar a Rex (y no odiar al carbonero del cabeza de papa). 

¿Ya dije que muchas veces la gente se distancia? No me volvieron a invitar a nada y no sé si todo mundo se acuerda de cosas bonitas cuando miran pa' acá. 

La última vez que compré DVD y Blu-Ray por Internet, me llegaron como bonus tres DVD que no había pedido. Ya están en plan "lléveselo" con algunos formatos físicos y es una pena. Dos de esos DVD eran live actions de Disney. Pa' la colección. Algún día quizá sean de culto. No preguntemos cuándo. 

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miércoles, 14 de agosto de 2024

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Blog, redes, podcast y ahora, qué.


El último podcast guateó, pero no sé si me debería preocupar. El Preto no es monetizado ni nunca lo será y, basicamente, aquí hacemos lo que nos gusta y no lo que dicte la máquina. Esa máquina que cambia sus alambres sin avisarle a nadie, hay que andar literalmente adivinándole sus mañas, y que hace poco, al fin, se dignó en avisar un cambio. Pero un cambio que, si el gran jefe allá lejos, en su cuartel central de hackeo mental se levanta con la pata izquierda, va y lo cambia a lo que se le antoje. O fue culpa de eso, o fue que, sencillamente, hay temas más interesantes y otros que nos mueven la fibra sólo a unos pocos. Dicen que, cuando hay varias explicaciones, comúnmente la verdadera termina siendo la más simple. 

Como consumidor de podcasts, tampoco es que me lo esté gozando. He escuchado montones, pero no me engancho con nada. Dicen que hay más podcasts que gente escuchándolos. Los podcasts, dos décadas después, todavía son para muchos una cosa rara. A los pequeñines de ahora les preguntas por Podcaster.cl o ChilePodcast y no cachan ná. Ésa fue una época en que los podcasts aún eran sólo audios, todo muy amateur, con escasa publicidad o sin esponsors en lo absoluto. Ahora no, metámosle video, metámosle equipos caros, rostros, comentarios, suscripciones con pago mensual para acceder a extras, empresas de medios creando sus productoras de podcasts pa' ganar lucas... Pero no está todo mal. Evolucionó no más. Y es todo tan distinto. Si, al menos, a la parte de video le sacaran más provecho y no lo vieran únicamente como manera de meter cerros de placements, con fondos de color plano para que nada llame más la atención que los placements, y sin ofrecer ningún valor agregado más. Te juro que, si los auspiciaran bicicletas, te daría firmado que meterían la tonta bicicleta en medio de la mesa. Dan ganas de pensar en que los videopodcasts se veían más interesantes en tiempos pandémicos, en que todos se grababan desde la casa. Y mostraban su mundo. Era bacán. Pero volvimos a la presencialidad... para qué... para volver al estudio, pintarlo plano y llenar la vista de cada podcast que esté encumbradísimo en los charts con detergentes o pañales de guagua. Ojalá que bicicletas no. 

La otra cosa son los streams en vivo. Y, aunque me tira más que escuchar podcasts de otros, sigue siendo algo que todavía no me termina de enganchar. En el mundillo es algo que ya se instaló. Pero, por estos lados, hacer streams es algo que va a seguir esperando. Y es que no hay masa crítica. Me veo incluso peor que otros que todavía no terminan de prender. Anoche mismo veía un stream de un canal que lleva varios años, tiene sus buenos 20k o más de seguidores, pero que sus directos son vistos por no más de unos 15. Quince, sin k. Y a uno se le sale su bondad y dan ganas de dejarle un mensaje diciendo que se merece ser visto por más gente... pero a muchos no les gusta leer eso. No nos gusta leer eso. En todo caso... ¿te imaginai que me mande a la cresta alguien que ni sabe que existo? A su caso particular, agregaría el tener que bancarse un prejuicio enorme. Pero ahí está, feliz, una vez a la semana tirando la talla y conversando con los quince que llegamos a mirar, más uno que otro que justo vaya pasando. 

No mencioné a nadie, porque no tienen la culpa, no quiero quemar a nadie... y porque nadie gana nada con ello. Ya me siento casi haciendo contracultura. Así que sólo a ser feliz y no someterse a la máquina. Es lo que queda. 

Como sea, considere ir a su app de podcasts y pinchar "seguir", para no perderse de nada. 

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martes, 13 de agosto de 2024

Publicado en agosto 13, 2024 por admin con 0 comentarios

Mi tema con Enel.


El escándalo por el mal servicio de Enel me deja bien. Con el debido respeto al casi el centenar mil de clientes que hicieron estallar el tema a varios días de iniciar y a la no menos importante cantidad de clientes, de Enel y de otras compañías distribuidoras, que hasta hoy aún no tienen servicio. Me deja bien, o no sé. Al menos ya no me siento el abuelo Simpson gritándole a la nube. Pero al fin es verdad validada lo mal que funciona el monopolio de la distribución cuando hay que resolver un problema. 

Quedaron bien atrás esas imágenes que mostraba la publicidad con las cuadrillas de Chilectra moviéndose a pie para restaurar el servicio en medio de un partido de fútbol de interés masivo. Estos últimos años, todo fue subcontratación. Todo fue deshacerse de personal de planta que conocía sus redes y poner gente que, con todo respeto, no daba una. Y, en la comunicación con los clientes, poner bots tontos que no solucionan nada y copypastear respuestas que no dicen la verdad ni tampoco sirven para nada. No creo que con un párrafo ni dos sea capaz de explicar de forma suficiente la frustración de ver, invierno tras invierno, cómo la inoperancia de esta compañía era incapaz de solucionar, en mi caso particular, el problema de suministro en un barrio donde todos los inviernos era corte o bajo voltaje, con el riesgo que implica, y que el "arreglo" durara al menos hasta el otro día. Era "todos los años lo mismo". 

Seis añazos tardó la solución definitiva. 

Ahora, con la catástrofe por el mal tiempo, cientos de postes terminaron en el suelo y las sistemáticas prácticas de Enel para ahorrarse unas lucas finalmente les pasaron la cuenta. Estatizar, dicen algunos. Nop. Estatal o privado, seguirá siendo un monopolio, con todo lo malo que implica, y con el incentivo perverso de no mejorar, de mantener todo como está, de la clientela cautiva que no huirá a una opción mejor porque no la hay. Lo que hay que hacer es un rayado de cancha y, lo que no se había hecho hace mucho y que se hizo ahora, vigilar que se cumpla. Pero esta vez uno bueno, un rayado de cancha a las compañías de distribución eléctrica en donde, por fin, sea más caro pagar la multa. 

Últimamente, el gobierno le ha dado a Enel una serie de ultimátums. Primero, se supone que un ultimátum es único. Y segundo, de verdad, ¿queremos seguir con Enel? 

Cual Kikiri-boo en Animaniacs, al fin todo mundo se dio cuenta de que era un pollo. 

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lunes, 12 de agosto de 2024

Publicado en agosto 12, 2024 por admin con 0 comentarios

Fails de cocina de YouTube... en... 10 minutos.


El asunto funciona así: 
  1. Usar un accesorio para hacer algo para lo que no fue diseñado. 
  2. Te quedas a mirar por si resulta ser una idea brillante y super novedosa (spoiler: no). 
  3. El resultado es desastroso. Comienzas a asumir que te comiste 5 o 6 minutos de tu vida en ver un desastre. 
  4. Luego del desastre, se sigue haciendo algo que derive en otra cosa ojalá mejor (spoiler: ni cerca) pero te quedas por el morbo o por salvar el rato. 
  5. Te comiste un doble / triple fail y 10 minutos de tu tiempo (y el video se sigue recomendando, y recomendando y…)

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lunes, 8 de abril de 2024

Publicado en abril 08, 2024 por admin con 0 comentarios

Un final silencioso.


Que UCV / TV+ fuera el único que intentó una ceremonia, y que para el resto no haya pasado de notas de 2 minutos en sus noticieros, dice mucho de la decadencia de la tele y la poca importancia que le da a su historia que, ni el mismo día en que estaba de cajón hacer una conmemoración, hicieron algo acorde y bonito. 

Este apagón analógico chileno no tuvo corazón, no tuvo decencia, no tuvo alma. 

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lunes, 18 de marzo de 2024

Publicado en marzo 18, 2024 por admin con 0 comentarios

¿Me lo puedo quedar?


Me habían mandado a buscar ya no recuerdo qué (pudo ser una carpeta, una ficha, ya ni me acuerdo) a una bodega de Márketing del último piso del edificio. Era una bodega chica que, con suerte, se abría una vez al mes. Llegamos y la secretaria metió la llave y abrió la puerta. Estaba todo medio desordenado y daba la impresión, sin saber que era la bodega de Márketing, de que ahí guardaban todo lo que no cabía en ningún otro lugar. Había archivadores con documentos antiguos, boletas y esas cosas, además de cintas U-Matic (o “3/4” como le dicen en jerga audiovisual) con antiguos réclames. Y, en un rincón, había un par de diskettes como éste. Se trata del Vanti, un software que corría en DOS (y por extensión en Windows) y se entregaba gratis, en la agencia, a los afiliados que lo quisieran, para que simularan su pensión en casita o en la pega. Eran tiempos en que no existía la web enfocada en aplicaciones que existe ahora. Con Internet, ahora te metes a su sitio y puedes, arrastrando barritas, hacer esa misma simulación. De hecho, volviendo a la época, la gente no tenía ni Internet en la casa. 

“¿Me lo puedo quedar?” le pregunté. 

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miércoles, 13 de marzo de 2024

Publicado en marzo 13, 2024 por admin con 0 comentarios

No puedo con Los Téves.

No puedo. No puedo con la aparición de esta campaña apenas 1 mes antes del apagón de los canales análogos. Sí, la tele que nos acompañó toda la vida y que, recién ahora, mucha gente se está enterando que en abril próximo se va a acabar. Todo tan encima. Todo tan cutre. Todo tan sin alma.

La tele abierta pareciera ya no tener el carácter de medio de comunicación social. En tiempos en que otras formas de entretenimiento le quitaron su lugar, ahora juega a juntar las lucas, que, asumámoslo, es lo que le queda. El despliegue de la señal abierta, ahora en digital, pareciera existir por cumplir, de plano asumiendo que no es ningún negocio. Por otro lado, las potencias autorizadas no ayudan, las que son incluso más miserables para medios locales, y considerando que quedan lugares donde aún sólo llega la tele análoga, a un mes del fin.

Si me hubieran dejado armar algo, hubiera empezado bastante antes y no esperar el último mes para comunicar algo que se ha venido trabajando (y dilatando) por más de una década. Hubiera reunido a figuras históricas de la tele para “pasar el testimonio” a la generación actual, con un jingle divertido que llame la atención, como se hacía antes. No sé, así pensando rápido, El Apagón de la Yuri hubiese quedado simpático. Pero las preocupaciones de los grandes medios son otras y van más por la tele paga y, sobre todo, por el streaming. No van a andar prestando rostros para algo que no les va a traer nada. La tele abierta ya parece ser más un tema de viejos. Muchos de esos mismos que en poco tiempo más se van a quedar sin tele.

En un par de meses nadie va a recordar la campaña horrendamente genérica y armada a la rápida de Los Téves. Y, posiblemente, las quejas de una minoría desafortunada se ahoguen bajo la gran mayoría, que siguió con su vida, mirando el Nefli y que se enterará en abril, por TikTok, que los canales antiguos se apagaron. Mira tú, qué penita. Como pasó con los teléfonos.

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martes, 27 de febrero de 2024

Publicado en febrero 27, 2024 por admin con 0 comentarios

¿Y su curso de locución?

Siempre que uno pasa por una crisis, o cuando a uno lo descarrilan de su propia vida (como ahora, en mi caso), aparece la idea de pulir algo de uno. Lo que sea. Alguna vez saltó lo de la vida espiritual y me metí a la pastoral universitaria (que terminó muy mal). Alguna otra vez me atacó como pasatiempo el querer seguirle los pasos a mi tata y terminé entrando a un taller (ni siquiera un curso, un taller) de fotografía, que también, lo medio-olvidé. Era un taller que prometía incentivarnos a abandonar el modo automático y abrazar con entusiasmo inaudito el modo manual de la cámara, ese bulto caro y delicado que, de plano y por lo mismo, ya no llevo a los viajes.

Pero esto… esto de verdad que lo voy a usar: un curso de locución.

Ya me aburrí de la voz del bot de TikTok y su tonito monótono y pelotudo que usan todos y que me negué siempre a usar, aunque las grandes compañías lo usan sin medida en sus redes sociales porque es actual y trendy. Qué. Asco.

Ya me aburrí de no tener técnica y, por eso mismo, tener que repetir hasta 5 o 10 veces las frases cuando grabo el podcast porque me salen mal. Es que hay días en que, de verdad, me sale horrible. Al nivel de dejar todo tirado y seguir otro día.

Una solución intermedia sería dejarle las cosas más importantes (como las intros y algún otro apoyo) a alguien profesional que haga bien la pega. No sé, buscar a algún locutor de verdad que haga frases por encargo. Pero eso es caro y el Preto no es monetizado (ni lo será jamás), así que no. Lo otro sería recurrir a las colaboraciones para crear cosas para el Preto y muy probablemente alguien se tentaría. Pero, luego de pensarlo mil millones coma cinco veces, decidí que no. O, más precisamente, que mejor que no. La razón es simple: la gente se distancia, se pelea (aunque de entrada sean un amor) y, lo peor, dejas de depender de tus propios horarios. Y en lo que se va en discusiones y WhatsApp tratando de ponerse de acuerdo para una pega cacho que no le va a significar ganar una chaucha a nadie… de nuevo, mejor que no.

Así que lo que va quedando es buscar cursito de locución. O, sinceremos mejor la intención: curso de locución. Pero esto no me suena tan simple. He sabido que el foco de varios de esos cursos o talleres, por lo que se comenta, a la postre termina siendo imitar el estilo de alguna voz de moda (lo que menos quiero), o más incómodo, que el que me esté enseñando no quiera trabajar conmigo porque no tengo las pretensiones que espera. Hay historias de locutores famosos que cuentan eso.

Y sí, me gustaría pulir la voz, que en todo caso, es algo básico. Que mientras esta preparación me haga ganar herramientas que me sirvan en las redes sociales, también me ayude en la pega por la que me pagan, a hablar en público y esas cosas. Pero con un estilo personal y natural, no forzado ni demasiado impostado o acartonado y sin aspirar a ser el próximo Señor Manguera (por favor, eso jamás). Es, simplemente, lograr aprender técnicas para que, sencillamente, lo que grabo para el podcast y las redes me salga mejor.

Nada más, ni nada menos.
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viernes, 23 de febrero de 2024

Publicado en febrero 23, 2024 por admin con 0 comentarios

Esa melodía yo la conozco...

Y sí, obvio que la conocía.

La venía escuchando desde el tiempo en que salí del colegio y me empecé a interesar por música popular más antigua, luego que empecé a abandonar la música de moda (hubo una radio que constituyó en sí el furor y el acabose para mí de la música de moda, pero que, sin embargo, antes de yo abandonarla, me gatilló lo que vino después, pero ya habrá tiempo para eso). Por ese tiempo conocí en un cumpleaños a quien terminara siendo una amiga demasiado especial... mientras duró. Y entre sus gustos musicales estaba el conjunto sueco ABBA. A ella le perdí la pista y es ya “parte del pasado”. Pero esa época post enseñanza media y entrando a la universidad, en que buscaba nuevos artistas de cabecera para escapar del hoy, terminó por ampliarme el abanico de gustos y formar al melómano (o aspirante a tal) que soy ahora.

No recuerdo cuando chico que hayan usado en Chile un tema de ABBA en un comercial (y si lo vi, lo olvidé). Pero ahora que arranqué por un rato y me empezó a interesar lo que se hizo por acá en términos de cultura pop (y todo lo posible de meter dentro), me puse a revisar réclames antiguos de acá.

En 1977, ABBA publicó su disco “The Album”, de donde salieron Take A Chance On Me y, pongámonos de pie, Thank You For The Music. Pero ese disco también tenía temas más quitados de bulla, como Move On. Y a mi kokoro fan le hizo feliz toparse por fin con un comercial que usó la misma pista del tema original Move On (no regrabado) pero con otra letra, para poder hacer referencia al producto, en este caso, un shampoo. Y, más que eso, qué bien quedó el réclame con la música de los ABBA.

Y así, finalmente, escuché un tema de ABBA en un réclame de época. 

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